Mi relación con Manuel Rivas siempre fue desde la ausencia, hasta ayer en UCLA, que me regaló una barca pintada en un papel cuando le conté una historia, "muy verdadera", como decía mi abuela al aludir a los refranes.
Hace 18 años, tal vez 19, me inscribí en un curso de Creación Literaria que impartía Manuel Rivas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Solicitaban en el proceso que cada solicitante incluyera un Currículum Literario y yo, que pensé que tal cosa no era hablar de tus méritos sino que era algo así como fabular de la propia existencia, eso hice. "Currículum Ausente", lo titulé. No quedó mal del todo; reconocía eso sí, todas mis carencias, que son todavía infinitas, mi ignorancia y ese afán siempre de aprender.
Bienvenido a Los Ángeles, Manuel Rivas. Sí, MacLuhan debió pensar en los gallegos cuando habló de la aldea global. Somos los que estamos aquí y allí a la vez, los que emigraron, los que emigramos; los que nos fuimos sin irnos, los que vienen sin dejar su barca detrás, los que sin moverse sienten ya lo universal frente al Océano. Es el Océano el que nos recuerda que lo local puede ser inmensamente universal, siempre y cuando no tenga paredes.
El curso de Creación literaria se suspendió repentinamente cuando ya mi Currículum (Ausente) y el de otros muchos aspirantes, imagino, había sido entregado. Quedó así, como su nombre indica; omitido, refugiado en el limbo donde quedan atrapadas las cosas por hacer. Pero un día lo leyó José Saramago y me dijo sólo una frase que no entendí:
- Sé valiente, escribe.
¿Qué valentía hay en sentarse y escribir? No me parecía entonces (hoy ya si) nada heroico.
Lo hice; hice caso a José Saramago y tomé en mis manos aquel Currículum Ausente que no había servido para nada y lo cambié, o continué con él, o las dos cosas a la vez. Y aquella ausencia cobró cuerpo y se convirtió en mi primera novela "El Currículum de Aurora Ortiz", traducida después al inglés, llevada al teatro en Inglaterra años más tarde.
Ayer le entregué a Manuel Rivas mi currículum (El de Aurora Ortiz) el único ejemplar que tenía en español; lo tiré al mar al entregárselo como quien hace un barco de papel con el último pasquín de la feria de verano. Y me llegó en cambio su dibujo, una barca en tinta azul. Un placer recordar el origen del origen y, sin embargo, tan actual. Y hablar de lo que es la vida sin miedo, y recordar esa casa que me espera con un deshumidificador encendido, en la mañana, en la tarde, en la noche; cada día, cada semana, cada mes, al otro lado del océano.
La nostalgia no es solo tristeza; es anhelo, deseo. Y es verdad. Y, en esto, aparece la ausencia y también se une, van de la mano. Por eso los currículums (El Ausente y el de Aurora Ortiz) se unieron también; las personas se vieron, los hechos se conocieron. Más aún, un Currículum que fue Ausente dejó de serlo ya, al fin: Alcanzó a su lejano destinatario como si hubiera llegado dentro de una botella, como si en todos estos años hubiera cruzado el mar.