las olimpiadas y los videos caseros
Tal vez se echen de menos los Juegos Olímpicos como yo eché de menos a Elton John la noche de la clausura. Quedan en el recuerdo cómo se miraron a si mismos los ingleses y cómo, también, se miraron a si mismo muchos de los atletas, filmándose con sus cámaras, incluso, cuando les entregaban la medalla. He visto a atletas agachar el torso para recibir el trofeo al tiempo que su brazo derecho se mantenía en alto con la cámara encendida para grabar lo que estaba viviendo. Quien se ocupaba de la entrega en el podium se encontraba con un ser y con su máquina, los dos de frente esperando la medalla. Sinceramente, esto devaluaba la proeza del momento real.
Ya desde la interminable gala de apertura ésta era la gran amenaza: la amenaza de que para cada deportista nada fuera comparable a su video casero. Y esto multiplicado por los representantes de cada una de las banderas. Esta pesadilla se puede multiplicar en las próximas Olimpiadas si no se pone un límite antes.
En el fondo, si uno se graba es porque desconfía de su propia capacidad para el recuerdo y la fantasía. El recuerdo mágico de ser uno de los que estuvo allí y que sólo a él o a ella les pertenece. Allí; en Londres 2012, intentando la proeza de crecer, de hacer historia. Hay cosas que no se graban en los videos sino que -si se les deja- se adhieren a la colcha de los recuerdos; no hay memoria en las máquinas que pueda condensar esos chispazos de adrenalina, ¿por qué entonces ese empeño en conservar lo más básico de nosotros mismos? Los héroes, una vez más, se distinguen también al dejarse ver cómo afrontan su proeza. Cómo saben ganar, cómo saben perder... y cómo saben abrir los ojos de tal manera que no necesitan más focos que activar.
Publicado el 15/8/2012 a las 13:27
Etiquetas: deporte, olimpiadas, londres 2012
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