Pawla Kuczynskiego
Comparto contigo estas palabras sobre la alegría. ¡Eh, despierta, ALEGRÏA!
Las encuentro en la lectura del libro de Andrés Neuman, "El Equilibrista". El Acantilado, 2005. Ahí van:
"Frente a la maraña de solemnidades que suele oscurecer nuestras discusiones, sería saludable cambiar nuestro ángulo y recordar de vez en cuando las fuerzas elementales. Una de esas fuerzas es la alegría. Tengo la convicción de que, en su sentido más profundo, la alegría no pertenece al mundo anímico sino a un orden estético.
Alcanzar la alegría no es lo mismo que ser alegre. Para militar en la alegría no es preciso mostrar a todas horas una euforia insensata ni anular irresponsablemente nuestra actitud crítica. Basta con resguardar la íntima certeza de que, a pesar de todo, nos gusta vivir...
Me gusta pensar en la alegría como categoría moral, como centro de las actividades humanas, incluso como razón de ser del pensamiento. Creo que el vitalismo -quiero existir aquí ahora- es una de nuestras pocas obligaciones irrenunciables. No ser leales a esa obligación significaría menospreciar la fortuna, nunca del todo merecida, de poder participar de la realidad. Indudablemente Schopenhauer sintió entusiasmo al redactar su pesimismo. Sin el color de sus pinceles, Van Gogh no habría dudado en cortarse la otra oreja. Beethoven supo bien desde dónde -o hacia dónde- componía su música torturada. Por qué no celebrarlo. ¡La alegría!"
Publicado el 10/12/2012 a las 12:20
Etiquetas: la alegría, literatura
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