UN HILO DE LANA. (ARGENTINA 2)
Cuando estuve en Buenos Aires, era mayo. El invierno no quería llegar aunque por todas las esquinas había manos tejiendo crochet, ganchillo, una palabra que se me ha quedado para siempre. El crochet preparaba al cuerpo para el frío.
Siempre que veo algo de crochet, ya sean unos pendientes de mi amiga Verili, un broche en el Mercado de San Telmo, o cualquier trocito de colores tejido en una esquina cercana al museo de la ciudad, me lo compro. El crochet me recuerda a mi abuela.
Aquí, en Madrid, ya hay turrones en las tiendas y calor en la calle, como el pasado Mayo en Buenos Aires. No llega el frío y todos andamos deseando un poco el otro calor, el de las casas; el calor de unas pantuflas y una mantita de suaves colores.
No llega. Yo pienso que me traje todo el calor envuelto en crochet.
O, tal vez, es que mi corazón está en cualquier estantería de cualquier librería de Buenos Aires, acompañando a "Las mujeres inglesas destrozan los tacones al andar" , la primera de mis novelas que se publica allí y una magnífica oportunidad para tener más lectores amigos.
Estoy con mi novela, y es tal la fuerza del abrazo para que no se sienta sola, por ejemplo, en el Ateneo, que he roto los hemisferios. Hace el mismo calor en Madrid que en Buenos Aires, en este tiempo en el que todos desean ya las vacaciones de verano...
Es el calor del crochet, que ahora no sirve ni aquí ni allí pero que simboliza el calor de mi corazón. No me prepara el cuerpo para el frío, tal vez está preparando a "Las mujeres inglesas..." para el calor.
Un hilo de lana, largo y constante, nos une. Un abrazo, Argentina.
Publicado el 30/10/2009 a las 11:05
Etiquetas: Obra, Literatura, Argentina, Viajes.
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