
Es difícil explicar qué ocurre en el estómago si a la casa de tu infancia le come la maleza. Cada verano vengo a verla, en Tui, Al otro lado de Portugal.
Galería ante la higuera, ¿dónde estás?
Cada año renuevo mi perpleja admiración por esas casas que no caen. Aquélla en la que viví, esa de la Galería y la higuera, está en mi cabeza, intacta, con el suelo de tablones de madera y millones de olores, todos verdes. En cada ruina la encuentro. Cada casa abandonada me traslada a ésta, y me abraza.
Todas las ruinas del mundo forman una sola... Mi hogar de ficción.
Hay vida en las cosas abandonadas. Hay vida en las casas que fueron vividas. Hay corazón en las piedras; corazones fuertes, muy vivos, tan vivos como los galgos dejados a su suerte después de una mala carrera y necesitados de amor eterno. Invadida de maleza, una ruina, igual que un galgo, habla de lo contrario a la maleza, habla de bondad, valentía y resistencia.
Publicado el 13/8/2015 a las 17:45
Etiquetas: Literatura, Tui.
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