Sin embargo, el sol llega en cualquier momento.
Por ejemplo, en ARCO.
Llegó la luz fluorescente; el corazón, el sol.
Que comparto contigo.
Cómo nos gusta el brillo, la luz, desde bien pequeños.
Las estrellas, fluorecentes, allí en el techo sobre la cama, para marcharse con ellas a las alturas.
Después, los rotuladores, implacables, bajan las estrellas a los apuntes y nos pegan a la tierra del subrayado, de lo importante.
Al final, lo más destacable es uno y lo que le trasciende; la suma de muchos colores fluorescentes. Mezcla de sol y corazón; energía y desgaste.
Y descubrimos que los rastros de luz que permanecen en la oscuridad son como las propias ganas, que nunca decaen. Las ganas de crecer de un niño, las ganas de brillar sin rotulador, de un mayor.
Publicado el 23/2/2010 a las 15:56
Etiquetas: ARCO, pensamiento
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