La cabeza echa humo a veces. Por ejemplo, cuando se escribe. Sin embargo, en el vapor del viaje al mundo de mentiras, el esfuerzo queda diluido con múltiples desagravios y paisajes, y así, esa quemazón no es tan visible como en otros trabajos.
Me gusta esta imagen que encontré en ARCO y pido disculpas por no saber su autor. Me gusta porque el humo está también en los ojos.
La escritura está en la mirada, en los ojos. La magia está en ver lo que otros no ven; cosas tal vez no importantes a simple vista. Y claro, luego hay que contarlo, dejar que se cuente... convertir las letras, esas trabajadoras incansables, en activas líneas de hormigas coquetas que se mueven ordenadamente en la superficie de un suelo como las letras lo hacen en la superficie de una historia.
Los novelistas y los lectores también nos encontramos ahí, en los ojos. Por eso el tiempo transcurrido tan íntimamente entre hojas nos une para siempre entre el humo y la mirada.
Un abrazo a todos vosotros, los que me escribís, tan pendientes. A vosotros, mis lectores.
Publicado el 18/4/2012 a las 17:26
Etiquetas: literatura, escritura, lectura
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