Estudié en un colegio que tenía una ruina en el patio; una valiosa ruina que debía permanecer. Y permanece. El movimiento de los balones en el patio, las clases de gimnasia al aire libre, los tiros a canasta; todo iba transcurriendo ante ella.
Ahora veo que esa ruina tiene ojos, y cara; de niña simplemente sentí su humanidad cuando saltaba a la comba mirándola de frente.
Me gusta la vida que esconden las cosas que no terminan de irse y, en ese sentido, las ruinas son la mejor residencia para la imaginación.
Es verdad que destrucción, decadencia, devastación, desastre, calamidad, decaimiento, cataclismo, estropicio, destrozo,... son algunos de sus sinónimos. Pero yo añadiría más: aquéllos que reconocieran otro orden de cosas, porque las ruinas también son el mejor ejemplo de firmeza y tozudez, y una buena demostración de que el paso del tiempo no siempre vence del todo. Y eso, tal vez esté equivocada, para mi es justo lo contrario a la desolación.
Publicado el 16/7/2012 a las 09:12
Etiquetas: arquitectura, imaginación, ruina
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