De la India y de Filipinas nos llegan los habitantes del planeta con los que se celebra el número siete mil millones. Somos ya siete mil millones de personas en este planeta, a su vez, plagado de millones de estrellas que nos proyectan luz desde bien lejos a siete mil millones de corazones que laten, a su vez, un total de 2600 millones de veces cada uno a lo largo de una vida sana.
En medio de este coro de esperanza llega al Teatro de Londres la adaptación de mi primera novela "The CV of Aurora Ortiz", como informa El Cultural de El Mundo. Siempre recordaré el Upstairs Gatehouse Theatre porque ahí ocurrirá todo. Es imposible no quedarse con la imagen del cartel, ni el buen trabajo de los actores y la dirección de Jenny Culank.
Aurora Ortiz, la protagonista de mi primera novela también celebrará años; en el 2012 cumplirá 10 desde que nació en español (Suma de Letras, 2002) y seis desde que fue traducida y publicada por Random House en Inglaterra (2005) Ahora nace al mundo de los que estamos de pie, y es también en Inglaterra.
Ella, Aurora Ortiz, igual que Danica Camacho (en Filipinas) y Nargis (en La India) también tenía corazón cuando nació en mi imaginación. Ahora la veo de pie, en gira por distintos escenarios de Inglaterra y sólo me reafirmo en que los personajes de ficción tienen vida; casi si los sumáramos a todos -no sólo lo a los protagonistas sino a los de los pequeños papeles (porque todos tienen corazón) también llegaríamos al número siete mil millones de habitantes en esa otra vida, que es la ficción.
La noticia es que, una mujer que nació de mentira, Aurora Ortiz, llegó, de puntillas pero con su fuerza a los escenarios de Inglaterra, y al Teatro de Londres, y esto ocurrió en la noche posterior a la de todos los Santos, cuando se recuerda a los difuntos, y después de que tal vez dos niñas de India y Filipinas y ella misma, aportaran el número siete mil millones de habitantes a la tierra.
Un brindis por todos los corazones del mundo y también por todos los que, como yo, se sienten en estos momentos terriblemente humildes y valientes a la vez, como sólo un nacimiento es capaz de hacernos recordar.