La salud de mi Mac OX , es normal.
Salud, normal, se lee en la pantalla.
Todo es normal, aparentemente. La perplejidad es otra cosa; se esconde detrás de cualquier aparato, o lugar, y en nada es normal. No lo es para mi.
La perplejidad es algo que no está resuelto del todo; es algarabía mental, alboroto, confusión.
Esta puerta con cerrojo está al lado de mi casa, en Los Ángeles. Paso cada día delante de ella y cada día me pregunto cuál es la función de su cerradura. A veces atravieso la puerta por sus lados, es una tentación irresistible. En el fondo, no deja de ser una puerta, ¡tan literaria….! Estás con un pie dentro, pero con uno fuera también. Las paredes son invisibles, sólo están sobreentendidas, dibujadas en los límites de la mente de cada cual.
La incredulidad ante lo aparente, como esa puerta aislada, sin motivo ni función, me vence. Lo que me cuentan los humanos, por extraño que parezca, lo creo (o quiero creer) casi siempre. Sin embargo, la apariencia sin voz: los objetos, las cosas, el paisaje (y muchas personas aquí, tan cosificadas) revuelven en mi el origen mismo de la perplejidad.
La vida es confrontación permanente entre lo que uno ve y lo que cree ver o entender. La vida es una puesta a punto permanente entre estos dos puntos distantes. Una puerta cualquiera sin rendijas, sin paredes, al jardín del entendimiento.
Publicado el 05/5/2016 a las 18:48
Etiquetas: Perplejidad, vida, literatura, entendimiento, Los Angeles
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