El mundo es un pañuelo –ágil, etéreo- y la vida es un viaje –cada día lo es- … Seguimos con la levedad porque eso lo que uno persigue cuando escribe; palabras ligeras llenas de contenido pero danzarinas, convincentes, creíbles. También ligereza cuando vive; cuando para uno, la escritura es eso, una extensión de la forma de ser y más aún, de estar en el mundo: en la ramas, en la tierra. Levedad.
Ligereza. Por eso, frente a “La Insoportable levedad del ser”, de Milan Kundera, prefiero que el italiano (“L´insostenibile leggerezza dell ´Essere“) nos lleve a ver la vida no como resistencia frente a lo insoportable (que no se puede soportar) sino frente a lo que es de una insostenible (que no se puede sostener) pesantez.
He venido a Los Ángeles y aquí estoy, apenas aterrizando. Preconizo que será lo que hemos querido que sea: un viaje que ya desde su inicio ha sido ligero, sin peso en las alas, más aún, como un ave, como el propio Calvino nos recuerda las palabras de Paul Valéry (Il faut être léger comme l ´oiseau, et non comme la plume) Lo ligero, en cierta manera se asocia más con la determinación , con la precisión, más que con la vaguería, el abandono del dejar pasar el existir permitiendo que se convierta esa existencia casi en algo pesante… (de insoportable levedad).
Con Italo Calvino (además!) he cruzado el charco: Lezioni americane. Sei proposte per el prossimo millennio (Ed.Garzanti) y disfruto la lectura de la primera de estas conferencias que escribió con el fin de impartirlas en la Universidad de Harvard en el curso 1985-86, algo que no pudo ser.
La leggerezza, la rapiditá, la esatezza, la visibilità y la molteplicità me hace volver a saltar por las ramas con el protagonista de El Barón rampante, Cossimo, y a recordar lo mucho que me gustó su lectura. Me alegra comprobar que la vida en las ramas puede llevar de nuevo, más que a la insoportable tozudez del barón, a la encomiable bondad de sus actos saltarines.
Su relectura me ha deslumbrado; las segundas ocasiones, son, de nuevo, una primera vez, porque nosotros somos distintos. La vida puede mostrar con los años la importancia de lo que antes, en su inmensidad, sólo se veía pequeño o anecdótico, y ahora, en su pequeñez o en su reiteración, se ve ágil e inmenso.
Por lo demás… Aquí las palmeras no tienen ramas con las que hacerse una liana, y además pinchan. Pero vuelo igual, con la imaginación. ¡Te deseo feliz día! Hasta la semana que viene.
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Publicado el 08/10/2015 a las 23:45
Etiquetas: Italo Calvino, Milan Kundera, Los Angeles, literatura, viaje, ligereza.
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