Almudena Solana

Hoy me levanté con un anuncio: Vicente Fernández está de gira. La voz salía de algún lado sonoro y mi memoria se encontró con su sombrero. Y volver, volver..... ¿Vicente Fernández viene a Madrid? Sí, ¡el 16 de junio! ¿Pero existe? ¡Viva la vida! No había vuelto a pensar en él desde fechas remotas porque, la verdad,

nos dejamos hace tiempo... 

Pero resulta que,

Le llegó el momento....

¡... El momento de volver, entre la prima de riesgo y los riesgos variados -para qué entrar en detalle- ! Escuchar su chorro de voz de mañana entre los chorreos en general ha sido como darse una ducha bien fría y reconfortante.

Fue mi primer single; me lo trajeron los Reyes Magos de Oriente, con otro single... el de Heidi. Sí, esos fueron mis primerísimos discos; no puedo presumir de fan precoz de Led Zeppelin ni cosa parecida. Vicente Fernández y toda su envergadura era mi opción.  Y volver volver....

Y ándale, Fernández, abuelito díme tú... por qué yo en la nube voy... ¿De quién hablo cuando hablo?, ¿pero quién viene, el hijo...? Da igual, es bueno volver. Tanto avanzar, adivinar, apalabrar, rescatar, congeturar, adelantar, pontificar, preconizar... Es bueno -muy bueno- simplemente, volver.

Me llegan imágenes de perchas por correo, fruteros de perchas, perchas de colores, de lado, de frente... Los amigos me recuerdan cuando las ven y eso me encanta. Recuerdo mi primera exposición de pintura (y última por el momento) "El agua y la percha" Son mi otro lenguaje.

Quisiera sentarme a crear con perchas, avanzar en mi siguiente exposición, saludar a unos maniquíes que me esperan desde hace tres años, aburridos de estar quietos después de haberme creído un día cuando les dije:" Esperad, que vamos a cobrar vida juntos" Las perchas, las cosas, los maniquíes, las telas... Todos me esperan. Sin embargo las letras me atrapan, no me dejan marchar. Hay trabajo por delante en mi cuarta novela y eso no se puede compartir con ningún otro esfuerzo artístico. Además, ¿quién dice que pintar le relaja? No; es un bombardeo en la cabeza... Ideas que vienen y van y no sirven de descanso cuando el hemisferio ese, el creativo, ya está tan ocupado...

Eso sí, la  Feria del Libro de Madrid, llegó. No os la perdáis ¡A por ella!

Una vez más ha ocurrido que la tinta no llegó al final de  un boli Bic. Casi lo consigo, lo celebré con esta fotografía cuando todo parecía que iba muy bien y aún lo mimaba como sólo se mima a una pluma, un huevo de corral aún calentito, o la cajita de las lentillas o la de los caramelos de regaliz.  Sin embargo, poco después, lo perdí. ¿Por qué pierdo tantas cosas? La vida a mi alrededor es como una centrifugadora que dispara mis artilugios hasta lugares insospechados.

He llegado a la conclusión de que la vida es eso que ocurre muchas veces y casi consigues sin llegar al final.

Más allá del iphone, itouch, ipad, and so on...  No hay nada más valioso para mí que un bolígrafo Bic escurrido en su tinta, de mi mano, hasta el final.

Aquí os dejo una muestra de lo más cerca que he estado. Ya he vuelto a empezar.

La cabeza echa humo a veces. Por ejemplo, cuando se escribe. Sin embargo, en el vapor del viaje al mundo de mentiras, el esfuerzo queda diluido con múltiples desagravios y paisajes, y así, esa quemazón no es tan visible como en otros trabajos.

Me gusta esta imagen que encontré en ARCO y pido disculpas por no saber su autor. Me gusta porque el humo está también en los ojos.

La escritura está en la mirada, en los ojos. La magia está en ver lo que otros no ven; cosas tal vez no importantes a simple vista. Y claro, luego hay que contarlo, dejar que se cuente... convertir las letras, esas trabajadoras incansables,  en activas líneas de hormigas coquetas que se mueven ordenadamente en la superficie de un suelo como las letras lo hacen en la superficie de una historia.

Los novelistas y los lectores también nos encontramos ahí, en los ojos. Por eso el tiempo transcurrido tan íntimamente entre hojas nos une para siempre entre el humo y la mirada.

Un abrazo a todos vosotros, los que me escribís, tan pendientes. A vosotros, mis lectores.

Las frases hechas me gustan poco; y de todas ellas, la que menos es aquella de "Una imagen vale más que mil palabras". Será porque  es difícil encontrar nada mejor que mil buenas palabras. Pero, además, ¿para qué elegir? ¿Por qué tener que seleccionar una expresión artística por encima de la otra? Hago fotos, me atrapan las cosas a veces, su luz. Pinto, me gusta mancharme con ideas. Ideo, diseño... ¡Nada mejor que las telas para descansar del blanco y negro del ordenador y organizar zafarranchos de imaginación con colores y texturas; caídas, vuelos... Y ver que un pez rojo, a veces, se mueve como un vestido...

Nada es mejor que nada.

Hoy te dejo una imagen. Sólo una imagen; No sé a cuántas palabras equivaldría.