Comparto mi cumpleaños contigo, que me sigues desde tantos sitios. Muchas gracias por vuestros mensajes. Aquí tenéis una foto; ¡me entretuve largo rato con globos!
Un nacimiento en verano incapacita de por vida a compartir la fiesta con los compañeros de colegio, a pesar de haber dado tirones de orejas a todos los demás a lo largo del otoño, el invierno y la primavera. Me refiero a los que, paulatinamente, iban siendo los reyes de la clase, con sus caramelos, y la escucha de las canciones de felicitación que entonábamos los demás sólo para ellos...
Celebrar una fiesta en la clandestinidad de unos días que conviven con las maletas del fin de las vacaciones, es algo ya habitual para mi. El final y el principio a la vez. La gente tiene ya el rictus de despedida cuando yo nazco.
Hay que romper esas palabras que siempre van en parejas y que tanto se alejan de la magia de la literatura: Cumpleaños-Feliz, caluroso-verano, frío-invierno....
Tal vez escribo para romper esos moldes.
Escribo para que el verano sea gélido, el invierno, muy caluroso, y un cumpleaños, muy triste.
Adoro las velas, la reunión, el soplido, pero, creo que nacer a finales de agosto me ha forzado a ser de una determinada manera. He tenido que apañármelas en mi vida para hacer de otros días, aparentemente anodinos, una fiesta. He tenido que forzarme a llevar el sol hacia las nubes; la luz hacia el invierno. He tenido, en definitiva, que esforzarme para no formar parte de la decrepitud que tienen siempre todos los finales. Y todo esto, aunque suene triste, es muy bueno; compensa porque gana el año frente a la celebración de un simple día. Gana la vida, que es en realidad lo que se celebra.
Mi piñata particular llegará en otoño, con el estreno de mi primera novela en el teatro en Inglaterra. Es un buen regalo; no puedo esperar para ver a Aurora Ortiz, una vez más hablando en inglés, ahora desde el escenario... ¿Quién se anima a ir a Cambridge? Habrá gira en Inglaterra, después en la Primavera del 2012. Hay tiempo.
Démonos tiempo. Tiempo para celebrar, cada día, porque cada día nacemos. Hoy, con lluvia, quiero celebrar que nací. Nací para esforzarme en ser feliz sin deslumbrarme por las serpentinas que pocas veces he tenido, pero agradecida por la oportunidad. La oportunidad de estar aquí, buscando la luz, más que en un día de cumpleaños-feliz, en una vida entera, completa, llena de velitas que soplar y rodeada de magia de verdad.