¡Todos a la calle!
Llega la noche de los libros el próximo día 23 de abril a Madrid (para quien quiera, yo estaré en la Librería Pedagógica. C/Santa Engracia, 143, a las 20 horas. Habrá brindis para celebrar la fiesta) Todo se vuelve amarillo en la noche con la esperanza de que los transeúntes se conviertan en lectores. Amarillo fluorescente, tal vez, para hacer un toque de atención... Yo subrayaría con ese trazo tres deseos:
1) Que el librero encuentre el milagro o la fórmula para leer porque, ¿cómo si no puede ser filtro ante los lectores? Creo que tienen ellos un gran debate que resolver, ¿cómo hacer para que, a pesar del barullo, nada se les pase, para que la intuición no borre la lectura, para que la publicidad no mande en su establecimiento?
2) Que la lectura sea una fiesta. Que se pierda el miedo a hablar de libros con los amigos, porque un libro, igual que una película, o una obra de teatro, también puede ser buen tema de conversación.
3) Que se descubra, ante todo, que un tiempo a solas, con un libro en las manos, es la puerta para muchas cosas más; cosas tan importantes como la reflexión, el pensamiento, y la formación de un criterio propio, algo tan necesario.
Agradezco haber sido incluida en el reportaje de El Cultural (17-23 de abril) (cuando tenga el pdf lo incluyo) con este motivo: "Día del Libro". Había preguntas que responder, y se respondieron. Se nos pregunta por la importancia de la publicidad, del marketing, en la promoción del libro -desde luego fundamentales- sin embargo, recordé -aunque no cupo- la importancia del librero. En ellos está la clave de las distancias cortas y constantes que, al final, son las que marcan la vida porque la vida, son un puñado de distancias cortas.
El librero, en el fondo, tiene algo de profesional de la enseñanza, ese que no puede ir a clase sin los exámenes corregidos o sin la lección preparada. Pero claro, frente a 30 alumnos, el librero tiene 30.000 ejemplares, ¿qué hacer? El librero también tiene algo en común con el farmacéutico, los dos recomiendan analgésicos en función del momento pero, mientras el farmacéutico no tiene por qué haberlos probado -sería politoxicómano al final- el librero, en cambio, sí, porque si no recomendaría de oídas y, entonces se faltaría a la autenticidad del propio oficio.
Este día del libro celebro con "Las mujeres inglesas destrozan los tacones al andar" una alegría de lectores y muestras de cariño que me hacen estar también de color fluorescente. ¡Todos a la calle! Brindo por todos vosotros, que cada día sois más, y brindo por los libreros, y las páginas, y las letras... y por los tres deseos...Ojalá alguno se cumpla.
Publicado el 18/4/2008 a las 15:50
Etiquetas: literatura
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